los huracanes
giran todo de lugar
los vientos fuertes
lejos lejos
te pueden dejar
las tormentas
que mojaban
pronto secarán
los olvidos
pronto pronto
en el desayuno
ya no están.
lunes, 21 de junio de 2010
martes, 8 de junio de 2010
epílogo ii
Tengo un dragón
en el fondo de la casa,
sentado,
duerme,
cansado.
Recuerdo hace mucho tiempo
cuando el dragón salía conmigo,
con su aliento hacíamos arder la vida.
De un lugar a otro
en sus alas furiosas,
libre
abrazado a su cuello
deslizándome entre tormentas y calmas...
Hoy el dragón duerme
en el fondo de la casa,
espera
a que la vida tenga
una nueva promesa
que devorar
apasionadamente.
Y yo?
De vez en cuando me asomo
a ver como está,
y me siento un poco triste
echado entre sus patas heridas todavía.
no se mucho sobre dragones,
tengo uno
pero no vino con manual,
no se como curarlo.
curará solo, supongo.
en el fondo de la casa,
sentado,
duerme,
cansado.
Recuerdo hace mucho tiempo
cuando el dragón salía conmigo,
con su aliento hacíamos arder la vida.
De un lugar a otro
en sus alas furiosas,
libre
abrazado a su cuello
deslizándome entre tormentas y calmas...
Hoy el dragón duerme
en el fondo de la casa,
espera
a que la vida tenga
una nueva promesa
que devorar
apasionadamente.
Y yo?
De vez en cuando me asomo
a ver como está,
y me siento un poco triste
echado entre sus patas heridas todavía.
no se mucho sobre dragones,
tengo uno
pero no vino con manual,
no se como curarlo.
curará solo, supongo.
domingo, 6 de junio de 2010
epílogo
duelen las carrozas del invierno
en los huesos,
viejos hierros herrumbrados
en los clavos de su cruz
bajo el cielo
pesan los redobles
del ocaso
tras tanto pesar
la muerte
insiste la penumbra
a pesar de los soles en las manos,
acribilla la tristeza
por la muerte del olvido
se acurrucan las palomas
en cada memoria
que poco a poco
terminan su penar,
y va quedando nada
que recordar.
en los huesos,
viejos hierros herrumbrados
en los clavos de su cruz
bajo el cielo
pesan los redobles
del ocaso
tras tanto pesar
la muerte
insiste la penumbra
a pesar de los soles en las manos,
acribilla la tristeza
por la muerte del olvido
se acurrucan las palomas
en cada memoria
que poco a poco
terminan su penar,
y va quedando nada
que recordar.
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